sábado, 16 de junio de 2007
BERENICE ABBOTT: Nueva York, años 30
Por uno motivo que no viene al caso, hace seis años tuve que ir a Nueva York.
Recuerdo la pelea con el empleado de la agencia de viajes derivado de que los viajes "normales" eran de una semana y yo solo quería estar tres días, lo justo para hacer lo que tenía que hacer y regresar.Aquel hombre no podía entender que desaprovechara la oportunidad que se me brindaba de permanecer en la ciudad unos días y disfrutar de la misma.
No entendía que, a priori, no tuviera ninguna gana de hacer turismo.
Al final, por motivos de vuelos y hoteles, me tuve que quedar allí tres días más de lo que yo hubiera querido.
Me pertreché de cámara y película en blanco y negro, tanto negativos como diapositivas.
Había que aprovechar esos días para tomar algunas fotografías.
Nunca sabré porqué me parecía que Nueva York era una ciudad en "blanco y negro".
Quizá el recuerdo en el subconsciente de fotografías de los grandes maestros, como Abbott, me la hacían ver así.
Ahora sigo pensando que es así, que es en blanco y negro, que ha cambiado mucho sin haber cambiado nada.
Quiero centrarme en el aspecto documentalista de Abbott, en sus fotografías de los años 30 de la ciudad.
La esencia de la ciudad reflejada en esas fotografías no difiere mucho, a mi modesto entender, de la esencia que podemos encontrar hoy en día en esos mismos barrios y calles de la ciudad.
Podremos cambiar el blanco y negro por el color y la cámara de placas por una cámara digital, pero no cambiaremos la esencia de nuestro modelo.
La propia Abbott calificó la obra de su maestro, Atget, como de un "realismo sin adornos".
He estado a punto, que ahora se lleva mucho aumentar el número de vocablos del diccionario, de traducir por "desadornado".
Sobran los adornos para transmitirnos la realidad.
Las fotografías cobran una tremenda fuerza por sus luces, sus contrastes, sus encuadres, su creación en general.
Precisión, naturalidad, cuidadosa elaboración, detalle, documentalismo puro, ... que más podemos decir de la obra de Abbott que ya no esté dicho o escrito.
A la vez que nos transportan a ese mundo del siglo pasado, que nos dicen como era la ciudad antes, podemos ver que no es muy distinta que ahora, en esa esencia de la que hemos hablado.
Habrán desaparecido edificios, se habrán transformado otros y habrá muchos nuevos, pero el tiempo parece, en blanco y negro, detenido.
No voy a confesar una debilidad, pues se me nota, por la fotografía documental.
Espacios, lugares, personas quedan prisioneras e inmóviles en los negativos, deteniendo por un instante y para siempre el tiempo.
Nunca me alegraré lo suficiente de que aquel empleado de agencia me "convenciera" para permanecer unos días más ...
Comentario: Ángel Luis Domínguez
http://www.elangelcaido.org/fotografos/babbott/babbottcom.html
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